Mariana Villaverde nos cuenta sobre el Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, Argentina, 2016

Parte del equipo de Lesbianidades viajó al Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario el mes pasado. Después de un extenso viaje pudieron llegar a aquel mítico encuentro que reúne mujeres de toda Argentina, más participantes de variadas latitudes que quisieron vivir esos tres días rodeadas de multitudes de mujeres, y por supuesto de cientos de lesbianas. Muchas son las formas de participar e involucrarse en ese encuentro, así como variadas también eran las ideologías de las asistentes, la mayoría feministas, ya sea de la igualidad, de la diferencia, institucionales o más radicales, algunas otras de izquierda, de la iglesia o sueltas, la convocatoria era muy amplia. Quisimos conversar, desde una óptica lesbo-feminista, de la experiencia de una participante a quien queremos mucho las lesbianidades.

Entrevista a Mariana Villaverde sobre el Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, Argentina, 2016

Mariana Villaverde nos encontró en la plaza San Martín tras detectar una multitud lésbica. Habíamos dejado el encuentro a la suerte y funcionó. Intercambiamos experiencias, conversamos sobre las próximas actividades y le preguntamos sobre las lesbianas del Chaco donde está viviendo actualmente. Mariana habla un poco como de todas partes y eso nos gusta porque se nota que se ha impregnado de todos los lugares donde ha llevado su actuancia política.

Puede que este verano la tengamos en Chile y esperamos que se saque algún taller para las chiquillas de por acá.

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– Hola Mariana, cuéntanos un poco sobre tu actuancia en grupos políticos.

Hola compas, mi actuancia política comenzó en Chaco en el 2010 con agrupaciones feministas del lugar y con mis primeros viajes a los Encuentros Nacionales de Mujeres. El primero que fui fue en ese mismo año en la ciudad de Paraná, Entre Ríos. La verdad que lo que más admiro de esos encuentros son la toma de conciencia que adquirimos las mujeres, por el hecho mismo de ser mujeres en esta sociedad. En mayor o menos medida, a todas las mujeres en algo transforma estar con otras en tan poco pero intenso tiempo. Recorrer juntas las mismas calles, sentirte acompañada por otra, sentiré capaz de hacer y decir cosas en colectivo, que quizás desde las soledades de cada lugar no son posibles. Para mí esos encuentros siempre son transformadores y movilizantes, sobre todo.

Después, cuando me voy a vivir a México, comienzo a acercarme a un feminismo teórico, diferente al que tenía acceso desde Argentina. Es un feminismo igual aún latinoamericano, y de corrientes radicales autónomas, no tan empapado del feminismo gringo queer. Por suerte en México aún hay eso, centros de investigación feminista no tan impregnados por lo posmoderno. Así es que comienzo a través de la maestría, y otros espacios de lecturas a acercarme más a la teoría lesbofeminista. Y luego participo de algunos grupos activistas con lesbianas y feministas del DF, y del cual la mayoría eran extranjeras, de España, Colombia, Brasil. Pero recién logro sentirme plenamente cómoda y contenida en mi viaje a Chile, con el Movimiento Rebelde del Afuera, y las ideas y actuancia de Margarita Pisano. Ahí es además donde comienzo a radicalizar mi lesbianismo. Ahora participo en Chaco en talleres con mujeres, no pertenezco aún a un colectivo determinado ni definido.

– ¿Te consideras feminista?

Sí, absolutamente, aunque considere que no todo el feminismo me represente, como tampoco no todas las lesbianas. Aún las radicales son mis más cercanas cómplices.

–  ¿Qué te motivó a participar del ENM?

Ya había participado con anterioridad a otros. Y sobre todo lo más movilizante para mí era el encuentro con otras compas que, por la distancia, me es imposible tener contacto. Eso fue lo más valioso del encuentro para mí, charlas de gran intercambio y profundidad.

–  ¿Participaste de talleres? ¿Cuáles? ¿Qué te parecieron?

Sí, cuando voy a los encuentros disfruto mucho de participar de los talleres. Siempre hay cosas nuevas y lindos aprendizajes allí dentro, con el tiempo algo que pude notar es que se van multiplicando. La primera vez que fui, en 2010, había sólo 24. Este año hubo cerca de 70 talleres diferentes.

Este año participé al taller de Mujeres y terapias alternativas. En la Universidad de Medicina de Rosario se hacían varios talleres así, referidos a la salud integral de las mujeres. Este se hizo al aire libre y la propuesta era que cada mujer comentara su proceso de sanación personal y colectiva, sus modos de sanar su propio cuerpo y además las búsquedas que implicaron. Me gustó mucho, aprendí de escuchar las experiencias de otras, fue mucha información acumulada que con el tiempo la voy procesando y entendiendo mejor. Yo en ese momento estaba con la sanación de mi dedo por lo que andaba en búsqueda de otras formas de curación. Considero que son buenos espacios de intercambio de otros saberes que pasan por el cuerpo de las mujeres.

Al día siguiente fui al taller de activismo lésbico, pero estaba suspendido. Allí igual me encontré con una compañera lesbiana feminista de Buenos Aires, Adriana Carrasco, que tiene los Cuadernos de Militancia Lesbiana. Así fue que un rato me quedé compartiendo charlas y reflexiones junto a ella. Hablamos de la cantidad de lesbianas que vimos en este encuentro, y Adriana me dijo: “ahora las mujeres se están empezando a dar cuenta que tienen que ser más coherentes con su accionar político”. Ya no es tan tabú decirse lesbiana, como en los años ochenta.

– ¿Hubo espacios lésbicos? Cuéntanos más sobre eso.

Sí, hubo, y de hecho mucho más de lo que esperaba. Desde hace unos años las lesbianas son cada vez más numerosas en los encuentros, y de a poco se van organizando más políticamente. Algo que percibí es que las lesbianas en estos encuentros logran de algún modo dimensionar el lesbianismo como algo político. Eso es bellísimo. Son espacios de intercambio con otras lesbianas de diferentes lados del país y del mundo, donde cada una relata su experiencia desde su lugar. Así se toma más conciencia de nuestras realidades.

Algo que también percibí es ver lesbianas asumiéndose de adultas, y gracias a estos encuentros.

– ¿Qué fue lo más lésbico que viste/viviste en el ENM 2016?

El encuentro con compañeras lesbianas, intercambiar libros, fanzines, cuadernos, que haya una marcha de sólo tortas (acá en Argentina la mayoría de las lesbianas se llama torta, se pierde la palabra lesbiana como potencialidad), sin el colectivo trans de por medio, que las lesbianas hagan sus propios recitales musicales, que haya obras de teatro con la temática principal del lesbianismo, entre otras cosas. Realmente, este fue el encuentro más lésbico al que asistí.

– ¿Qué fue lo que más te gustó del ENM?

Ver tantas lesbianas fue lo más bonito.

– ¿Qué fue lo que menos te gustó?

Ver como aún hay muchas cosas sin resolver, y repitiéndose. Por un lado, la falta de historia. Las mujeres de partidos políticos aún intervienen en esos espacios, y operan con la lógica de dividir. De hecho, hay intenciones de dividir el encuentro, y hacerlo por un lado en Chaco, y por otro lado, las mujeres de partidos de izquierda, en Capital Buenos Aires. Hay un vacío histórico profundo. No se recuerda de donde vienen los encuentros, cómo y quiénes empezaron, cómo han sido y cuáles las discusiones políticas entre mujeres. No se cuestiona la relación que tienen estos encuentros con la Iglesia. Cuando realmente las primeras en comenzar estos encuentros, en los años ochenta, fueron las mujeres de la Iglesia que venían de sectores populares y de movimientos de mujeres de Izquierda, no así feministas. No se llevan tan a profundidad los debates. Realmente parece que cada encuentro es empezar de nuevo, o como decía la Pisano, borrón y cuenta nueva.

Yo me atrevería a decir que estos encuentros están tomados por la Izquierda y la Iglesia, que reciben financiamiento desde ahí, y como nos enseñaron las feministas autónomas de los noventa, el financiamiento siempre impone sus condiciones. En este caso, la condición es que el encuentro gire en torno a dos temas: la violencia contra la mujer, y el aborto. Restándoles importancia a los demás temas que nos atañen a las mujeres. Algo similar que pasaba en los Encuentros Latinoamericanos, los cuáles con el tiempo fueron perdiendo su fuerza más radical. Acá esas discusiones no están tan presentes.

– Políticamente ¿cuál te parece es el aporte de este tipo de encuentros? ¿Volverías a participar de uno de ellos?

El aporte fundamental es que aún son espacios de reflexión para las mujeres, más allá de que hay una cosa casi mística de que juntarnos sólo por ser mujeres ya todo está en armonía. Yo pienso que no, no todo es armonía, que hay diferencias, que hay separaciones políticas y estas son necesarias. Los talleres, la metodología que las feministas desde los años sesenta siempre han utilizado para trabajar de forma horizontal con otras mujeres, continúan estando presentes en estos encuentros y es a través de estos talleres que una puede proponer otro modo de pensar, intercambiar pensamientos y vivencias con otras, sentirse acompañada en las reflexiones y generar complicidades a partir de estos encuentros. Por esto, considero que son un gran aporte para las mujeres. Además rompe con el aislamiento cotidiano que viven muchas desde sus lugares y habilita la interacción colectiva.

– ¿Qué te parece que el próximo ENM sea en el Chaco? Cuéntanos cómo es el Chaco y cómo es ser lesbiana allá

Me parece necesario que sea en una provincia como el Chaco, ya que lo que hace es descentralizar los encuentros, que no sean sólo en grandes capitales. El Chaco está ubicado en la parte norte este de Argentina, dentro de la región del litoral como se conoce. Es de clima caluroso y de llanura, cerca hay algunos ríos. El Chaco es una de las provincias más pobres del país, y cerca de la triple frontera. Lo que hace que sea una zona estratégica para la delincuencia de la trata de personas, armas, drogas. Me parece que si se organiza bien, es una zona donde los debates pueden ser como el clima, bien acalorados. Hasta ahora la organización ha sido difícil, hay muchas mujeres que recién escuchan la palabra feminismo, y tienen el prejuicio de que los encuentros son para rayar las iglesias y matar bebés. Hay mucho conservadurismo instalado. Cuesta cambiar el sentido común de los encuentros de mujeres. Lo bonito igual es que con la organización, a la par se gestan otro tipo de encuentros que hace que las mujeres estén más unidas, se valore más los espacios propios de nosotras y se comience a hablar de cosas que antes no, como la salud sexual de las mujeres, la violencia, el lesbianismo en estos lugares. Y sí, ser lesbiana por estas mismas condiciones, se vuelve difícil y solitario. Acá las pocas lesbianas que conozco no se asumen como lesbianas políticas, y las que sí, se encuentran más cercanas al movimiento lgtb que el feminismo, están casadas y caen en los estereotipos asignados. Igual creo que hay apertura al debate y a las miradas diferentes.

– Sigue siendo necesario la mirada más radical en estos encuentros (y en todos lados) para plantear temas como la crítica que haces sobre el financiamiento y los lazos con la iglesia o la izquierda tradicional. ¿Te animarás a participar en la organización del próximo encuentro y aportar con la visión más radical?

Sí, es algo que lo estoy haciendo de hecho. Con un grupo de compas nos reunimos cada tanto para comenzar la organización del encuentro. Hasta ahora no participé de ninguna de las reuniones más decisivas, igual tengo planeado hacerlo. Por ahora recién se están preparando las comisiones. Me interesa mucho aportar desde una mirada diferente, y contribuir con los talleres de activismo lésbico. Sé que cuesta caleta aceptar voces más radicales, más cuando son encuentros que ya tienen una estructura y modo de funcionar. Igual manera, Chaco es una provincia muy conservadora, aún en los debates surge la discusión de si poner la Iglesia en el logo o no, a ese nivel. Muchas se han manifestado abiertamente anti abortistas.

Entonces, dadas estas condiciones, una tiene que aflojar igual la radicalidad, o por lo menos expresarlas en ámbitos donde es más posible el diálogo horizontal. Por lo menos, es la postura que elijo tomar ahora. Más allá de eso, como bien dices, considero muy necesaria una mirada más radical y que vaya a las profundidades de las raíces del patriarcado. Eso, para mí, sólo es posible con mujeres que quieran hacerlo, y se arriesguen al desafío de salirse de lugares establecidos.

– ¿Tienes algo más que agregar?

Muchas gracias por la entrevista compas, es un gran placer para mí aportar con mi pensamiento y vivencia a otros espacios políticos. Ha sido un gusto conocer Horregias y escuchar su música, fue de mucho apoyo e inspiración para mí como lesbiana feminista. Además de continuar las lecturas de Pisano junto a otras con el libro Fantasear un futuro que me acercó Elisa a este encuentro. Un abrazo fuerte, compas.

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Mariana Villaverde y parte del equipo Lesbianidades en el ENM Rosario 2016.