SOLITAP: Sobre el Odio a las Lesbianas y la Identidad Torta en un Ambiente Provincial

 

Soy una provinciana traicionera. Muchas veces, no ser de Santiago se trata de eso: de querer irse, porque el territorio de una siempre va a ser más penca, y eso incluye la experiencia lesbiana. Cuando chica se burlaban de mí por ideas cispatriarcales asociadas al cuerpo de la mujer, mucho pelo, mucha guata, mucho hocico; pero en la adolescencia, ser lesbiana significó algo más que enfrentarse a las palabras resbalosas y ponzoñosas de mis compañeritas, esas que me dejaban sucia y saltona el resto de día. Mi papá era un huaso y se juntaba con otros brujos de la patria como él, tenía una una escopeta, un arma de perdigones y otra de servicio en la casa, se burlaba de las mujeres, les extranjeres y les marikas. Yo no estuve en el closet, sino más bien en una tumba, y a la tumba me llevé un par de weones con los que estuve para aparentar algún grado de heterosexualidad, hasta que un día (invierno, ocho de la noche) me arrastraron a mi casa a patás porque me vieron dando un beso. Entendí que iba a ser castigada sin importar mis acciones, pero si me hubieran pillado con una mujer, me habrían llevado frente a las pistolas y luego, nada.

 

¿Cuántos femicidios no se han contado? ¿Cuántos son producto del lesbo-odio? ¿Cuántos en la encantadora provincia del valle? 

 

Llegué a pensar que era la única en todo Linares, una lesbiana solitap en medio del Maule, un delirio que mi adolescencia acarició como posible y que solo la contratación del internet en el verano de segundo medio me permitió desechar. Existían otras como yo, no era una temática de sailor moon, ni un chiste en el mega en horario prime, no era una mala palabra, ni un garabato, y aquí la idea revolucionaria: una no tenía por qué vivir con esa sensación de que le van a sacar la chucha en cualquier momento. Cuando me voy de la provincia, soy todo lo que no fuí allá, a veces se siente como si habitara mi piel real y otras, como si usara un disfráz, al final, me terminan gustando ambos conceptos. Juego con ellos, los intercambio, en la Gran Ciudad soy una vampira y chupo los conocimientos, los pedazos de identidad lésbica que llegan a mí como si se hubieran estado acumulando tras la puerta un siglo. Beso a una mujer que, por primera vez, no me trata como un secreto, conozco el feminismo y salgo de la tumba, luego, echamos a mi papá de la casa.

 

Él se lleva todas las chupallas y mi mamá me pide perdón. 

 

Conozco una amor y regreso a Linares, cuando te vas de la provincia nadie te dice traidora, pero cuando vuelves te lo hacen saber, un día te dicen que las cosas no te resultaron porque erís una huasa más y, al otro, les parece bien que la juventud vuelva. Le comento a varias personas de cierto grado de cercanía que soy lesbiana y siempre lo fui, resulta que casi no tengo amigas hetero porque, al final, éramos toda una generación aguantando la respiración y ahora, años más tarde, se destapa todo. Vivir en la provincia sin tumba y sin papá, sin pistolas ni misas, lo tiñe todo de un color amarillo precioso, todos los días tomo agua de la llave y en verano, dejo que los zancudos me piquen. Voy a mi primera marcha del 5m, y se juntan tantas mujeres en la plaza que me pongo a llorar, en cada semáforo hay un payaso y cuando voy a una proyección en el museo, la película es sobre lesbianas.

 

Incluso en la imperfección de esta ciudad, le doy la bienvenida al romance y la cursilería, les lesbianes merecemos hablar de amor y pensar en esperanzas que florecen, no tiene nada de malo escribir en rosado y con rima después de la persecución histórica y colonialista, tras el desamparo que viene después de los discursos utilitarios de turno.

 

Está cambiada la provincia, ahora hasta hablo de ella con cariño, como si fuera una lesbiana más que no podía dejarse ver ni sentir, que no podía respirar en esta tierra entre milicos y curas encubridores, pero hoy, si pudiera salir, estoy segura que vería todo el centro pintado. Resiste lesbiane de la geoperiferia, resiste lesbiane sin internet, lesbiane del cerro, lesbiane en un espacio de riesgo, todos los territorios arderán un día por ti. No pueden detener a los corazones henchidos de tanta ternura por derramar.