Ya la gran Lola Flores lo dijo: “¿Quién no se ha dado un pipazo con una amiga?” y es que la copla española de las más grandes ha ido bien agarrada de la mano del lesbianismo de armario de puertas giratorias, de esos que son secretos a voces; mejor aún, a gritos.
La mayor exponente del bollerismo folklórico para mí es María del Monte, quien con gran fervor tortillero y cuasi místico peregrinaba al Rocío bien amarradita a la Pantoja, cantándole “a la sombra de los pinos”, seguramente desprendiendo aliento a orujo de hierbas, de esos que caen a miles por ahí. ¡Maldita Pantoja! La del Monte te amó y te cantó sevillanas y tú la dejaste con la Virgen del Rocío. ¡Cruel!
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